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domingo, 26 de noviembre de 2023

PROLEPSIS

 

La  vaca, con su larga lengua filetuda y de un solo lengüetazo, embadurnó de babas la cara de Frasquita; la niña cayó de culo al suelo y arrancó a llorar. Pablito, su hermano mayor, agarrando a la vaca por el cabezal, intentó consolar a su hermanita:

―No llores, Frasquita, la Morica te quiere, es una vaca buena y mansa. ¿Sabes por qué las babas de la Morica son tan pegajosas? Porque son mágicas…

Morica, al sentir tan cerca a Pablito, también pintó de babas la cara del niño y tan mágica debió de ser esa humedad, que en ese mismo instante: ¡kraakaaboom!, cayó un rayo, se vino la noche encima y empezó a llover. Pablito se vio a sí mismo solo en el prado, su hermana Frasquita y la vaca Morica, habían desaparecido.

Pablito reaccionó asustado:

―¡Mamá!, ¡MAMÁ! (…)  ―gritaba.

La luz estaba encendida: esa no era su habitación…

―¡MAMÁ ! (…)

Pablito saltó de la cama y cayó al suelo; apenas tenía fuerza para levantarse. Se dio cuenta de que se había meado encima, pero eso no le importó: había que escapar de allí... Se aproximó a la ventana y no pudo brincar por ella pues esa ventana estaba enrejada con fuertes y fríos barrotes de hierro…

―Me han robado…  pensó.

Corrió hacia la puerta; pero por allí tampoco se podía huir, solo había ropa, ropa y más ROPA, ropa de mayores, ropa vieja y olorosa, asquerosa ropa vieja que le caía encima hasta enterrarlo… Había otra puerta, intentó abrirla, pero estaba cerrada; empezó a patearla…

―¡MAMÁ!  Madre… ¿qué me pasa?...¿qué me han hecho?   lloraba…

La puerta se abrió y apareció la señora de siempre y la señora de siempre le dijo:

―Padre, vuelva a la cama, mire cómo ha dejado todo… le voy a traer la pastilla con un poco de leche  la señora salió.

Pablito se calmó un poco, era mejor hacer caso a la señora…

 ―Quieren envenenarme, pero esconderé la pastilla: seguro que después podré escapar y volver a la casita…  pensó.

Pablito regresó a la cama y al arrastrar la sábana para taparse, pudo verla, pudo ver su propia mano, pero esa mano no era suya, era otra mano; sintió una tristeza mortal y un vacío absoluto concentrados en la garganta... se miró la otra mano y la otra mano también era otra, otra mano grande y vieja. Todo era otro, todo había cambiado:

―¡Claro¡, estoy soñando pensó, despertaré, despertaré, DESPERTARÉ, DESPERTARÉ, DESPERTARÉ...

Y fue entonces cuando vio al la niña entrar corriendo por la puerta; era su hermana Frasquita quien ahora le hablaba:

―Abuelo no llores más dijo la niña envolviendo cuanto podía al viejo con sus pequeños bracitos―.  Abuelito Pablo, no llores más.

Con el dulce abrazo de la niña, Pablito se calmó y fue así  tranquilo  que pudo decir, despacito, suave, suavito, cerca, muy cerca del oído de la niña:

―Vámonos de aquí, Frasquita, vámonos, que va a volver la señora. Vámonos, que la Morica debe andar muy sola allá en el prado.


NOTA: Este cuento es una adaptación del original, publicado bajo seudónimo en el diario digital Nueva Tribuna en el año 2014

domingo, 5 de noviembre de 2023

HUMOR: Esperanza

NOTA: Se cuenta que esta frase apareció pintada en una calle de Buenos Aires allá por 2001. Eran tiempos de corralito 

Ladrillo vs. piruleta

Don Ladrillo, el profe del GRUPO A, aborda el tema el mercado de valores y lo hace como siempre… Que si las actividades del mercado primari...